El programa de la etología humana
La etología humana es el estudio biológico del comportamiento del hombre. Trata de descubrir lo que hay que específico los comportamientos humanos en comparación con los de los animales.
La etología ocupa un lugar especial entre las disciplinas que tratan del comportamiento de los animales y del ser humano. En efecto, la mayoría ya lo hacen, ya sea porque se interesan en el conocimiento del comportamiento mismo, ya sea por asimilar directamente el comportamiento del hombre al de los animales, y a la inversa.
Desde el siglo XIX, el estudio del comportamiento animal se ha desarrollado en tres direcciones y cada una reflejo un modo especial de concebir las relaciones entre los animales y el hombre.
En primer lugar, la psicología animal ha comenzado por recoger las anécdotas sobre los animales que todo el mundo domestica por ejemplo el gato, el perro, el pájaro, el pez, etc., a clasificarlas y luego comparar entre sí las actividades de los representantes de diferentes especies. De lo cual se deduce la existencia, entre ciertos animales, de capacidades análogas a las del ser humano, particularmente en el dominio del conocimiento.
El camino de tal psicología va del hombre al animal, en el sentido de que tiende a dar cuenta de las actividades de los animales atribuyéndoles características humanas. Esa dirección antropomórfica se encuentra, en un segundo tiempo, confrontada con el problema planteado por la introspección, es decir el estudio por el individuo mismo de lo que experimenta subjetivamente. En el caso del ser humano, la sola introspección no basta para convencerse de que los demás experimentan lo mismo que uno; se necesita además descubrir un aspecto de la actividad de los demás que permite atribuirles una conciencia parecida a la propia.
Una segunda dirección se caracteriza por la as investigaciones que se han desarrollado, principalmente en Estados Unidos, al utilizar animales como sustitutos de seres humanos. Ahí se trata menos de una psicología animal que de una psicología con animales.
Una tercera dirección encuentra su origen en el debate sobre el instinto. La metafísica cartesiana atribuye al hombre de un alma inmortal, reduciendo los animales a cuerpos perecederos, autómatas regidos por una inteligencia superior que los creó. Los instintos no serían entonces más que el juego de los resortes del animal - máquina. Se puede encontrar ahí uno de los orígenes del debate entre el mecanismo y el vitalismo.
La etología adoptará una posición original con relación a estas tres formas de psicología animal y de psicología comparada, al destacar, siguiendo a Darwin, la idea de evolución y la necesidad de tomar en cuenta los antecedentes filo genéticos del comportamiento.
Desde sus primeros trabajos, que etólogos como Lorenz y Tinbergen han estudiado al hombre y desarrollado una etología humana conjuntamente con la que trata de los animales. Además, numerosos sectores de la psicología, en particular la social y la del niño, recurren a métodos enfocados al estudio de las conductas de los animales en su medio natural, sin referirse siempre explícitamente a la etología, lo que dará lugar a un saber que vendrá a enriquecer los conocimientos en etología humana.

Etología, conductismo, y sociobiología.
Primeramente, la ecología se ha desarrollado como reacción al conductismo o psicología del comportamiento, movimiento nacido hacia 1910, del cual fueros iniciadores Watson, en Estados Unidos y Pieron en Francia. Para el conductismo, el objeto de la psicología es el comportamiento observable, no la conciencia. Afirma la continuidad entre el animal y el hombre; los resultados de los estudios hechos en organismos inferiores pueden generalizarse y transportarse al nivel de los organismos superiores. Desde ese punto de vista, el comportamiento de los animales y el del hombre se estudian esencialmente en laboratorio, así se pueden ofrecer condiciones de experimentación rigurosas y reproducibles.La etología y el conductismo convergen sin embargo en muchos puntos. Ante todo, ambos se refieren a las ideas de Darwin relativas a la evolución y a la selección natural: la especie humana ha evolucionado a partir de formas inferiores y los animales están dotados de vida mental, pero esto no es cualitativamente diferente el comportamiento manifiesto. A continuación rechazan una explicación de los comportamientos apelando a conceptos calificados de mentalistas, como la intención, la voluntad, el sentimiento, y de relativas a sucesos privados que por sí mismos no constituyen explicación sino que, por el contrario, la exigen.
Las perspectivas iníciales de la etología se han modificado con el desarrollado de la sociobiología, o biología de los fenómenos sociales corriente nacida de las hipótesis de Hamilton sobre los fundamentos genéticos del comportamiento social. La sociobiología cuestiona especialmente el valor selectivo de las estructuras sociales.
La sociobiología sigue un camino inverso al de la etología: en lugar de partir de observaciones empíricas, adoptó un punto de vista educativo, buscando qué consecuencias se pueden sacar de una aplicación de la teoría de la evolución en el nivel de los genes. Pero esto presenta dos dificultades, la primera de esas dificultades consiste en la manera de concebir la adaptación y la segunda dificultad surge de la ventaja aparente que representarían los comportamientos llamados altruistas.
Ese hiriente que en la adaptación del hombre a su medio los sistemas culturales que implican abundancia de respuestas nuevas y variables desempeñan un papel determinante. Sin duda la evolución biológica que ha conducido a la formación de la especie, y la evolución cultural, son indisociables entre sí; pero los rasgos culturales no se apoyan en sustratos que equivalgan hasta los genes, y las tasas de supervivencia y de fecundidad de los individuos de las que depende la selección natural influyen poco o nada en la competencia de los grupos humanos en conflicto. Por ejemplo, no son los que permitirían comprender la antigua oposición entre los pueblos asiáticos y las potencias coloniales.
La biológica social se centra en un conjunto limitado de comportamientos sociales: aquellos cuyo fin previsible es asegurar la supervivencia de la descendencia del individuo.
Los métodos de la etología humana
ya sea que se defienda o no la idea de una continuidad entre el hombre y los animales y más específicamente los primates se ve que es fecunda la adopción, en el estudio de los comportamientos, de los métodos en uso en etología, pues ésta ha seguido más que otras disciplinas el desarrollo de métodos de observación y la cuantificación de los resultados y aplicar esos métodos.
1. La formación del repertorio
Cuando se observa a un animal o a una persona actuar y se quiere analizar lo que hace, un primer aspecto concierne a la elección de la unidad pertinente para tal análisis.
Los métodos de la etología se distinguen de los que se adoptan la mayoría de las veces en psicología: la etología privilegia las medias directas de comportamientos manifiestos habitualmente por el individuo. Dichas medias directas se oponen a los datos inferidos: así, para saber si un niño es agresivo, más que hacer que sus padres o educadores respondan a un cuestionario se preferirá a notar el número de conflictos en los que participa, o la proporción de golpes que han ocasionado lágrimas y la huida de sus adversarios.
Por regla general, los comportamientos tomados en cuenta serán los observados en el medio en que el niño vive habitualmente, y no reacciones suscitadas artificialmente en el laboratorio.
Desde tal perspectiva, la etología humana se ha impuesto como tarea establecer el repertorio de los comportamientos humanos el etograma a semejanza de lo que se hace para las especies animales.
2. Análisis del repertorio
El análisis ecológico del comportamiento generalmente efectúa en varias etapas. La fase puede eliminar de familiarización con el grupo estudiado va seguida de observaciones sistemáticas o de manipulaciones experimentales, a las que siguen procedimientos de verificación. Una dificultad metodológica particular persiste en la organización temporal de los comportamientos.
El desarrollo considerable mediante la etología de los métodos de observación y análisis cuantitativo de los datos así recogidos no excluye, sino al contrario, el recurrir, el método experimental.
Desde ese punto de vista, la etología humana no se distingue de la psicología experimental; en cambio, por su originalidad hay que considerar que no se pueden someter al análisis experimental hipótesis cuya per inercia no haya sido previamente establecida sobre el terreno.
3. La búsqueda de lo universal
Con miras a descubrir estructuras innatas en el hombre, algunos sexólogos comparan los comportamientos en especial los sociales de individuos que pertenecen a culturas diferentes y suponen que si esos comportamientos parecen idénticos se debe a que se basan en un mismo programa genético. Algunos rituales de salutación sería así universales: estarían, en todos los seres humanos, caracterizados por un movimiento de las cejas, que celebran durante un sexto de segundo aproximadamente, asociado un movimiento de cabeza y a una sonrisa. Tales universalidades son sin embargo relativas al número necesariamente limitado de grupos culturales en los que se han observado.
La búsqueda de universalidad en el comportamiento con miras a establecer el determinismo genético de este último no pueden perder de vista que podrían existir rasgos biológicos que difieran de un programa clínico a otra al estar programados genéticamente, ya sea que esos grupos hayan experimentado presiones selectivas diferentes, sea que las culturas hayan seleccionado algunos rasgos particulares, sea, en fin, que los límites puestos a los matrimonios entre esos grupos impiden la difusión de esos rasgos.
El modelo etológico del comportamiento humano.
Los mecanismos de desencadenamiento.
La etología se interesó esencialmente en los procesos por medio de los cuales el organismo reacciona a los aspectos particulares de la situación en la que se encuentra, por medio de movimientos específicos, es decir propios de todos los miembros de la especie a la que pertenece. El proceso por el que el organismo pone en relación esos aspectos de la situación y esos movimientos se llama mecanismo de desencadenamiento.
El análisis experimental de ese mecanismo se basa en el empleo del método de señuelos. Numerosos experimentos realizados siguiendo este método han permitido confirmar la existencia de mecanismos por los cuales el organismo reacciona a estímulos muy particulares que caracterizan objetos biológicamente importantes como los padres, la pereza, el depredador, el mío. Dichos estímulos se llaman estímulos señales y se consideran partes de sistemas de comunicación en los cuales, en el nivel de la evolución de la especie, el emisor será sometido a una presión selectiva orientada a desarrollar señales cada vez más claras; por su parte el receptor será conducido a mejorar y a especializar el funcionamiento de sus órganos sensoriales en función de las características de la señal que emana del emisor.
El método de los señuelos a permitir igualmente establecer la existencia de estímulos supranormales, es decir, los producidos artificialmente y que han probado ser más eficaces en el desencadenamiento de algunos comportamientos que los estímulos presentes en la naturaleza.
Muchos mecanismos de desencadenamiento se refieren a los comportamientos sociales: cuidado de la prole, relaciones sexuales, comportamientos de ataque diluido; de hecho, es vital para la supervivencia del individuo y de la especie que esos comportamientos se cumplan con toda seguridad.
En el ser humano sólo han podido demostrarse unos cuantos de esos mecanismos de desencadenamiento. Por otra parte, Lawrence ha lanzado la hipótesis de que nuestras reacciones a ciertas características faciales de los animales traducen la existencia de esquemas sin datos en la comprensión de y la irritabilidad que resulta de una lesión los movimientos de expresión; percibimos así al camello como altivo al águila como audaz. Sin embargo es de temerse que la generalización de tal método muestre sobre todo el carácter esencialmente subjetivo de esas reacciones afectivas más que su universalidad.
En el hombre parecen existir otros mecanismos de desencadenamiento relacionados no ya con la percepción de los demás sino con la protección del organismo.
El control del comportamiento por sus consecuencias
La activación y la realización de un comportamiento depende no sólo de un efecto de estímulos desencadenantes, sino también del estado interna del organismo en el momento en que actúan sobre el esos estímulos.
Entre las relaciones que pueden existir entre un estímulo y un comportamiento, la más simple es el reflejo: la señal que corresponde a un estímulo provoca siempre, en casos semejantes, la reacción; el rayo de luz que percibe el ojo provoca indefectiblemente el guiño del párpado y la contracción de la pupila. No obstante, un estímulo puede alcanzar un órgano sensorial sin provocar por ello ipso facto una respuesta del organismo.
Las consecuencias de un comportamiento una vez que éste se ha cumplido pueden ejercer un efecto inverso sobre las condiciones internas del organismo y la elocución misma de la acción poeta menester sentar efecto sobre las condiciones internas. Finalmente, se puede hacer que el estímulo ejerza un efecto de activación o que reduzca una disposición interna. Tanto los estímulos como las respuestas del organismo pueden pues ejercer efectos en sentido inverso sobre el estado interna de este punto es en este sentido en el que el comportamiento puede considerarse controlado por sus consecuencias.
Los conflictos. Las actividades de sustitución
Con frecuencia sucede que en el ambiente en el que se encuentra el organismo los estímulos desencadenan varios comportamientos diferentes incompatibles entre sí. Ahora entonces conflicto entre las disposiciones para cumplir esos comportamientos al mismo tiempo. Tal conflicto puede resultar que un mismo estímulo suscite reacciones contradictorias.
Esos conflictos de motivaciones pueden resolverse de diversas maneras. Ante todo, el organismo puede no llevar a cabo más que uno de los comportamientos activados e inhibir los demás. En esa competencia entre disposiciones para llevar a cabo tal o cual comportamiento, se manifestará el más fuertemente activado el que corresponda un objetivo prioritario o esté sujeto a un estímulo más intenso.
Los correlativos psicofisiológicos
Todo comportamiento o unió a una actividad fisiológica del sistema nervioso y del sistema endocrino, sistemas que son productos de una filogenia, y el análisis comparativo de su funcionamiento deriva del programa de la etología humana.
Esta actividad fisiológica tiene lugar en la cadena de acontecimientos que llevan de la percepción de la situación desencadenante a la ejecución del movimiento. Nuestros conocimientos actuales acerca de la manera en que se realiza la integración sensora - motriz lamentablemente son mucho más limitados que los relativos a los procesos perceptivos elementales o a las fases terminales del control motor. Los principales métodos de análisis de los correlativos neurofisiológicos del comportamientos en el registro de la actividad eléctrica del cerebro, el estímulo eléctrico directo y el examen de las consecuencias que tienen lesiones y circunscritas a sistema nervioso.
La patología entraña a veces en el hombre una alteración de las conductas comparable a la que provoca en el animal una lesión del sistema nervioso producía con fines experimentales. Un ejemplo de esto es el caso de las crisis súbitas de ira que sobreviven a personas que padecen un tumor situado en el lóbulo temporal interior y la irritabilidad que resulta de una lesión del lóbulo frontal.
La significación adaptativas de los comportamientos
Un comportamiento puede favorecer la supervivencia de quien lo lleva a cabo o la de su descendencia. Ante todo es en este sentido en el que se habla de significación adaptativas. Esta relativamente fácil de establecer cuando las funciones de los comportamientos son la alimentación, los cuidados a los hijos y la protección contra los depredadores. Sin embargo muchos otros comportamientos tienen apenas una incidencia indirecta sobre la realización de tales funciones. Como por ejemplo los comportamientos de comunicación podrán favorecer la cohesión de las relaciones sociales dentro de un grupo, optimizar las relaciones familiares y la educación de los hijos, pero no favorecerán más que indirectamente la supervivencia de quienes comunican.
En otro sentido se puede concebir la adaptación de los comportamientos a partir de un modelo, siguiendo al cual el estado interno de un organismo se considera como un sistema de variables en interacción. La adaptación se refiere igualmente al valor óptimo que de alcanzar y mantener la variable, así como el comportamiento cuya activación tendrá como resultado que la variable alcance ese valor óptimo.
Sin embargo este modelo encuentra una limitación en el hecho de que un mismo comportamiento con frecuencia reviste significaciones diferentes para el organismo.
La adaptación puede, finalmente, ser considerada en el tiempo. La reacciones fisiológicas se desarrollan a intervalos relativos breves. Los diferentes grupos humanos no resuelven de la misma manera los problemas que les plantea la utilización de los recursos de que disponen en el ambiente en que viven.
Etología de las interacciones sociales
Tanto los animales como en el hombre las relaciones entendidas varían considerablemente de un grupo a otro: las estructuras sociales difieren de una especie a otra, igual que las señales visuales, acústicas, térmicas, táctiles u olfativas que intervienen en las interacciones sociales. Dichas estrategias se aplican en el seno de interacciones sociales que se pueden considerar como intercambios de señales a las que los indios reaccionan de manera relativamente estereotipada. Desde ese punto de vista se puede intentar analizar las características biológicas específicamente humanas relativas a los comportamientos sociales.

Las señales sociosexuales
Entre las interacciones sociales, sin duda las más importantes son las que dan entre el hombre y la mujer, tanto por la constitución misma de los grupos sociales como por su función biológica en la perpetuación de la especie. Las relaciones sexuales normales son resultado de un proceso durante el cual los individuos se encuentran y se seduce. Para cualquier individuo que busca establecer ese tipo de lazo un primer problema consiste en atraer hacia sí, y no hace un rival, la atención de una persona del otro sexo, varias características sexuales secundarias en la morfología humana entre otras la disposición de la vellosidad y en los tejidos adiposos podrían desempeñar un papel en este proceso.
Dominación, jerarquía, territorio.
Muchas actividades de los animales y el hombre tienen lugar en presencia de los demás. Uno de los indicios más elementales de que se toma en cuenta al otro sin por ello persiga necesariamente distinto de sí es el fenómeno del contagio, que consiste en realizar la misma actividad que otro y en sincronía con él. Este fenómeno es particularmente frecuente entre los primates durante la comida, el abandono de un dormitorio y la fuga ante un depredador. En el hombre, el contagio se manifiesta en casos de pánico o de histeria colectiva, pero también, con frecuencia, cuando hay risas o bostezos en sociedad. El contagio no basta para organizar las relaciones entendidas. Para que esto suceda es necesario descentrarse y coordinar su propio comportamiento con el del otro en función de un objetivo común, en suma: cooperar. Las interacciones sociales se desenvuelven en un espacio. Éste presenta propio disfuncionales, en especial saber si los recursos que contiene pueden asegurar la manutención en el plano metabólico y energético, favorece la reproducción, reducir los efectos de la depredación, proporcionar bienes valorados por las culturas o, en los primates infrahumanos, por las protoculturas.
El miedo, la angustia, la agresividad
De todas las relaciones entre los seres vivos, aquella entre la presa y el depredador estilo genéticamente una de las más antiguas: los seres vivos se nutren de otros seres vivos y evitan, a su vez, servir de alimentos a otros. De ahí el desarrollo, desde las bacterias hasta en los monos antropomorfos y en el hombre, de mecanismos de defensa y ataque que permiten a los organismos optimar su supervivencia por medio de la captura de presas, reduciendo al máximo el peligro de convertirse ellos mismos en víctimas de depredadores.
La agresividad humana deriva también de la historia filogenia ética de la especie y las interacciones agresivas pueden describirse según el modelo de los combates animales. Ciertas señales funcionarían como indicios de una disposición a atacar: la mirada en los ojos, la expresión de cólera que descubre los dientes, el puño levantado. La función de esas amenazas es desencadenar la huida del adversario. Otras señales funcionarían como gestos de apaciguamiento: bajar la cabeza, quedarse en el suelo inmóvil. Estos comportamientos que disminuyen la estatura del individuo reducen el riesgo de recibir un golpe y aumentan las posibilidades de ayuda.
Los movimientos de expresión
En la relaciones inter individuales, la expresión de las emociones desempeñe un papel importante. Para Darwin, preocupado por fundamentar la continuidad entre el animal y el hombre, la expresión de las emociones representaba vestigios de movimiento que habían tenido una función práctica entre los antepasados animales del hombre. Según el principio de la asociación de los hábitos útiles, movimientos originalmente orientados hacia un objetivo como mirar alrededor de si ante un peligro se convertirían en hábitos automáticos, transmisibles hereditariamente: de esta manera se puede comprender que el miedo se expresa abriendo mucho los ojos. Por otra parte, alguno de esos movimientos, como la mirada, tienen un significado que varía según el contexto: más qué hacer de ello una señal de atracción, de respeto o de amenaza, conviene examinar de qué manera estos comportamientos intervienen en la regulación de los intercambios sociales.
Etología de la infancia
En el estudio de la ontogenia de los comportamientos humanos, la etología se ha centrado en los que son más determinantes en la relaciones con los demás: los relativos a la conciencia de sí y a la diferenciación entre sí y los otros, los que caracterizan el establecimiento de un lazo entre el hijo y su madre y entre niños de la misma edad, los que hacen que el adolescente deja su familia para crear él mismo una.
El conocimiento inmediato que tenemos de nuestras actividades así como la diferenciación que podemos hacer entre lo que es nosotros mismos y lo que pertenece al medio en que vivimos caracteriza la conciencia de sí. La conciencia reflexiva es tal vez lo que caracteriza más específicamente el ser humano. Lorenz relación a su origen con el comportamiento exploratorio. No es sorprendente que movido por su insaciable curiosidad, el hombre finalmente se haya hecho el mismo objeto de sus exploraciones.
Los animales superiores entran en contacto no sólo con las cosas del exterior, sino también con ellos mismos; en especial una de sus manos puede tocar la otra, tocar se va a convertir en comprender.
Esta conciencia de sí se desarrolla progresivamente en el curso de la primera infancia y los psicólogos han dedicado numerosos trabajos a analizar sus etapas.
Las conductas de afecto
Estar juntos y permanecer así caracteriza el comportamiento de la mayoría de las especies animales y el hombre. La atracción de un individuo por otro, que hace buscar a ese otro cuando ha desaparecido y permanecer luego a su lado, así como la activación de los comportamientos de los que resulta la proximidad de otro, definen al afecto. Cuando recabe en una persona, el afecto puede o no ser recíproco.
El criterio de la asociación en el espacio, al menos por un tiempo dado, implica que comportamientos característicos de la afecto puedan manifestarse en presencia del otro, sin estar necesariamente dirigidas a él. Por último proximidad temporal puede ir junto con o ser sustituida por la proximidad espacial. Sin modificar su posición en el espacio, uno puede demostrar su efecto al responder preferente o hasta exclusivamente un compañero.
La relaciones entre niños
La importancia dada a las interacciones entre el hijo y su madre a veces ha llevado a pensar que era esencialmente en el seno de esos intercambios donde se desarrollaban los comportamientos sociales del niño. En realidad, los niños no se comportan de la misma manera con los adultos que con otros niños. Desde los tres meses, el bebé reacciona frente a un compañero de otro modo que frente a su madre: lo mira más y le sonríe menos, quizá simplemente porque ese compañero es una persona extraña. La salida del afecto entre la madre el niño permite pocas predicciones en cuanto al comportamiento social ulterior del niño. De la misma manera, no es sino poca relaciones entre las interacciones de la madre y el niño en su casa, y las interacciones sociales de este niño con un adulto o con un compañero del jardín de niños.
La relaciones entre niños de la misma edad relativamente ejercen, en el desarrollo social, una influencia por lo menos tan importante como la de la relaciones adultos - niños.
El carácter estructurado de las interacciones agresivas en los grupos de niños se ha vuelto el centro de interés de numerosos ecólogos. De esta manera se ha demostrado que la solución a un conflicto el hecho de que los adversarios se separen o permanezcan juntos podía predecirse a partir de los comportamientos que lo parecerían.
La prohibición del incesto
En una misma familia, las relaciones sexuales entre parientes cercanos están universalmente prohibidas. Las relaciones son conocidas en patología. En algunos casos pueden resultar de condiciones socioeconómicas desfavorables, principalmente alejamiento, que facilitan la promiscuidad en el seno de las familias. La prohibición del incesto es una ley que se encuentra en todas las culturas y obedece, en cada sociedad, a reglas particulares que recaen en el contenido de la prohibición y en los parientes a los que se aplican.
Estos mecanismos, que se pueden descubrir en los animales, actuarían en la misma manera en el hombre
Desde este punto de vista funcional, la presión selectiva relativa a la prohibición del incesto sería idéntica a la que recae en la reproducción biparental. Si este modo de reproducción es la modalidad más extendida de la naturaleza a pesar de las complicaciones inherentes a la formación de las parejas, es que de presentar una ventaja selectiva considerable.
El conflicto de las generaciones
En la adolescencia, a veces se asiste un a un conflicto de generaciones que se traduce en una hostilidad de los jóvenes, no contra personas tomadas individualmente que pertenecen a la generación de más edad, sino respecto a las adquisiciones culturales de esta.
Este proceso sería análogo al que se puede observar entre dos grupos étnicos hostiles. Cada uno represente un conjunto de individualidades ligadas por normas culturales de comportamiento que le son comunes. Sin embargo uno puede preguntarse si esta hostilidad es inevitable. Algunas sociedades sean atraídas por los logros culturales de otras y podrían hacer de la coexistencia pacífica una regla de conducta.
La especie humana muestra, en su desarrollo histórico, que las normas culturales del comportamiento social no se terminan de una vez por todas.
Etología de los problemas mentales
la etología permite hacer hipótesis nuevas en cuanto al origen, el desarrollo, los procesos subyacentes y la función de ciertos problemas mentales. Desde el punto de vista causal, se buscará aplicar a las enfermedades mentales los modelos etológicos del comportamiento resultantes de los trabajos sobre los animales. Luego, se considerarán las analogías entre numerosos comportamientos inusitados, manifestado sobre todo por ciertos animales criados en condiciones especiales como privación de contactos sociales durante la infancia o confinamiento en un reducido y comportamientos humanos calificados como patológicos. Finalmente, se verá cómo la etología ha renovado la manera de concebir la enfermedad mental como problema de la comunidad.
Las interpretaciones funcionales de la enfermedad mental
En gran medida, la enfermedad mental se puede entender como una incapacidad para comportarse de manera adaptada: el individuo afectado por problemas mentales difícilmente establece y mantiene lazos sociales con los que lo rodean, no prodiga los cuidados adecuados a su descendencia, no utiliza de manera óptica los recursos del medio ambiente y ocasionalmente pone en peligro su voluntad o su vida. Desde este punto de vista funcional, la conducta patológica se presenta con frecuencia en forma comparable a la conducta considerada por lo demás normal en un contexto diferente de aquél en el que aparece.
La existencia de esta patología puede parecer paradójica si se admite a la vez que la disposición a manifestar problemas mentales es hereditaria, por una parte, y por la otra, que las conductas seleccionadas en el curso de la evolución son adaptadas.
1. La patología como forma extrema de adaptación
Ciertos síntomas psiquiátricos se encuentran asociados a aptitudes altamente desarrolladas en tal o cual dominio particular, por ejemplo el arte asimismo, ciertos rasgos patológicos pueden no aparecer más que como la exageración o la manifestación inoportuna de rasgos socialmente apreciados, tales como el espíritu de iniciativa, la imaginación o el altruismo.
Desde este punto de vista, no se ha dejado de destacar el parecido entre ciertos comportamientos patológicos y conductas adaptadas observadas en animales.
2. La regresión a formas anteriormente adaptadas
En su desarrollo, no todos los comportamientos siguen el mismo arrimo y no hay ley general que regule la progresión de cada uno ciertos comportamientos característicos de los inicios del desarrollo pueden reaparecer en el adulto; así, en período de incubación, entre algunas especies de pájaros, la hembra lleva a cabo movimientos de mendicidad dirigidos a su compañero macho, el cual alimenta entonces como si fuera uno de los pequeños. Circunstancias especiales como la inminencia de un peligro pueden también conducir el surgimiento de conductas infantiles. La regresión puede tomar la forma de una castración psíquica: un animal adulto que se ha manifestado ya comportamientos sexuales puede regresar a un estadio de inmadurez sexual, sin que esa regresión sea necesariamente irreversible.
3. La perturbación de los comportamientos adaptados
Con frecuencia las conductas patológicas van seguidas de consecuencias desventajosas para el individuo o su descendencia; se termina entonces en una perturbación de los mecanismos de adaptación. Una lesión de las estructuras cerebrales que intervienen en el control de las conductas sociales puede entrañar tal patología. Lo mismo pasa cuando un medio desfavorable impide el desarrollo normal de las conductas. La etología se propone analizar esta perturbación, por un lado, al examinar las circunstancias en las que aparecen en el animal perturbaciones de la conducta análogas a las psicosis, neurosis y perversiones humanas y, por otro lado, al proponer modelos experimentales que encuentra esas enfermedades mentales.
La etología cultural
El etólogo que observar los movimientos de un castor que construye un dique en un río debe presentar atención a ese dique. El que estudia los comportamientos de los hombres no puede descuidar las principales producciones de éstos, es decir, su cultura. Las tradiciones pronto culturales están presentes en ciertos animales, las tradiciones en el hombre son el objeto de la etología cultural.
Ritualización filetica y ritualización cultural
En el curso de la evolución, numerosos comportamientos de los animales han perdido su función original para adquirir una nueva al servicio de la comunicación, siguiendo el proceso de ritualización filetica.
Los movimientos ritualizados adquieren características que fácilmente los hacen diferenciarse de los demás movimientos. Su desarrollo presenta por una parte, un formalismo que reduce la variabilidad en su ejecución se realiza a una velocidad y siguen una intensidad típica y por la otra, una acentuación de todo lo que pueda producir un estímulo visual o auditivo en el congénere.
Junto a su función de comunicación, los movimiento reactualizados adquieren a menudo también la de canalizar la agresividad para que se pueda establecer un lazo entre los individuos. Los rituales pueden presentar un carácter individual, como se ha visto en patología en los casos de las estereotipias motrices y síntomas de conflictos observados tanto en los mamíferos en cautiverio como los niños autistas.
Los papeles masculino y femenino
Entre las funciones biológicas, algunas, como alimentarse, son comunes en ambos sexos; otras, como la gestación, son atributos ya sea la mujer, ya del hombre: éstas son las funciones sexuales. En el nivel cultural existen igualmente conjuntos de comportamientos lo relativos al respecto de las leyes. Para la reproducción, el hombre y la mujer están especializados de manera diferente, de lo que resulta que en muchas sociedades las expectativas relativas a los comportamientos masculinos y femeninos difieren: papel de protector para el hombre y educación de los hijos para la mujer, como si esos papeles optimizarán los logros en la reproducción, cuando en realidad diversas prácticas educativas podrían alcanzar el mismo objetivo.
Excelente que buen trabajo
ResponderEliminarmuy ilustrado
ResponderEliminarmuy ilustrado
ResponderEliminarBuena mandanga hay por acá. Saludos.
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